Siempre estás igual, siempre pasas con un cigarro en la mano y ese viejo bolsón. Me gustaría hablarte, quizás salir a recorrer Santiago, fumarnos algunos cigarros y reírnos de alguna estupidez. Sería lindo caminar de la mano por esta desquiciada ciudad, caminar juntos, como los enamorados. Así tímidamente preguntarte:
- ¿Te gusta el café?
- ¿Te gusta el café?