febrero 24, 2012

indiferencia

A paso ténue comenzó su recorrido por la ciudad, tan tímido y callado que casi no se notaba entre tanta gente esquiva. 
Avanzó una cuadras, conocía muy bien ese camino, lo hacía cada vez que ameritaba un descanso. 
Por fin llegó a su destino, una banca olvidada al fondo del paque. La madera rota y los fierros oxidados delataban su vejez y la pintura se iba desprendiendo sola. Se sentó y con la mente en blanco observó el paisaje, todo seguía igual que la última vez. No había nada nuevo, nada que le llamara la atención, todo seguía igual. Pero no le importó, si algo cambiaba, le sería indiferente. 
Entonces, decidió volver..